martes, 14 de mayo de 2019

La reversión de la fantasía y de la realidad en la ficción.

Gandalf


A través de la historia han existido diversos modos de combinar elementos fantásticos y realistas en la ficción. Uno que genera un interés particular es el que usa esos elementos fantásticos como forma de revertir una realidad posible del lector, no física, o de las reglas físicas de su realidad, sino acerca de lo que el lector piensa acerca de la realidad de lo humano.

El monstruo de Frankenstein, por ejemplo, no habla acerca de los monstruos, habla acerca del ser humano; la monstruosidad aparente de Frankenstein sirve para mostrar la monstruosidad real del ser humano, tanto de su creador, como de la sociedad que lo ha rechazado.

Otro ejemplo podría darse en la ficción acerca de zombies; la aparición en la ficción de estos seres no suelen despertar un sentimiento de unidad en los seres humanos, al contrario, revelan su verdadera y cruel naturaleza. Ya es un tema repetido que en las películas o seriados de zombies el verdadero monstruo sea el ser humano, que ante la llegada de la destrucción, despierta todo lo peor que existe en su naturaleza. Las ficciones de zombies, entonces, no nos hablan acerca de los zombies, nos hablan acerca de lo humano.

La fantasía, en casos como estos, se pone al servicio de mostrar una realidad y de derrumbar la realidad aparente que se ha replicado en los elementos realistas, no solo en el sentido de la realización de la existencia de seres fantásticos, sino en un sentido más profundo, en un sentido que el lector puede encontrar y analizar en su propia realidad.



Este recurso se utiliza habitualmente para reflejar una falsedad del ser humano, un falso sentido de comunidad, de decencia hacia otros, por ejemplo. En Frankenstein se muestra una aparente cordialidad, una aparente sociedad amable y llena de individuos con empatía, que se demuestra totalmente falsa desde las interacciones con el monstruo de Frankenstein, al que todas las personas con las que toma contacto le niegan la menor muestra de simpatía. La aparente sociedad empática se derrumba y muestra su falsedad a través de la interacción con un ser fantástico, el monstruo de Frankestein.

En el caso de las historias de zombies, desde su forma más general, se replica una sociedad aparentemente ordenada, colaborativa, regida por instituciones estatales y sociales que los unen a todos para que luego se vea destrozada por un apocalipsis zombie. A partir de ese momento, con la destrucción de las instituciones sociales se muestra la fragilidad de la aparentemente fuertes instituciones sociales y morales, y se muestra como, gracias a la amenaza de los seres fantásticos, la aparente moralidad del ser humano se ve destruida; la llegada de los zombies ha mostrado lo falso de esa moralidad.

En este tipo de historias, entonces, los seres fantásticos suelen ser una metáfora de la realidad, una representación simbólica de lo real, que inunda y destroza la falsedad humana, mientras que algunos luchan por defender o sostener una apariencia que, entre más se involucran con los elementos fantásticos, más reconocen como falsa, lo que los lleva a una de las siguientes conclusiones: 1. Aquella apariencia del pasado es preferible a la salvaje y cruda realidad. 2. Se concluye que no vale la pena defender la humanidad y se deja que el mundo sea destrozado por la realidad fantástica, más honesta que la falsedad humana. 3. Se llega a un punto de síntesis, donde el héroe o héroes de la historia buscan, una vez derrotada la amenaza, o en el proceso de derrotarla, cambiar la apariencia humana, sintetizarla en algo nuevo; se encuentra el valor de la humano una vez la amenaza ha barrido con la apariencia y solo queda el humano, con sus valores y sus defectos totalmente al descubierto. Es en este último caso es donde aparece el héroe épico.

El héroe de la épica humana, que aparece constantemente en la literatura fantástica, encuentra que debajo de la apariencia falsa del pasado, y debajo de los más crueles instintos humanos, también hay algo que merece ser defendido, que la humanidad, después de todo, sigue valiendo la pena, entonces se convierte en el campeón de la humanidad, de la verdadera, no de la aparente.

Entre muchas cosas, de esto se ocupa la literatura fantástica, de una forma verosímil de épica. En los tiempos que corren, tan llenos de apariencias, de estructuras artificiales que nos protegen, de descrédito de las instituciones militares, pareciera que el mejor campo para la aparición de personajes heroicos que nos representen, que lleven consigo lo mejor de la humanidad, es la fantasía. Al menos, cuando se hace bien; en otras ocasiones no se logra llegar a este propósito fundamental de la épica. Pero quedará para ser analizado en otro texto de este blog.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Reseña - El Hombre en el castillo de Philip K. Dick

El hombre en el castillo Amazon BuscaLibre Gran parte de nuestra vida está marcada por los eventos de la segunda guerra mundial y...