martes, 1 de mayo de 2018

El capítulo 21 de la naranja mecánica

Naranja Mecánica

En 1962 Anthony Burgess logró que le publicaran no en una, sino en dos editoriales, su novela A clockwork orange; el mismo año la novela tuvo dos ediciones, una en Inglaterra, la otra en Nueva York; sus dos editores no solo estaban separados por el mar Atlántico, también estaban separados por el mar que podemos llamar "Capítulo 21".

La historia va así: Burgess planeó un libro de 21 capítulos, número con simbología, pues a los 21 años de edad una persona adquiría el ejercicio de la adultez. En ese capítulo 21, el personaje principal, Alex Delarge decide, desencantado por su propia vida, que dejará sus prácticas violentas.


Podemos resumir la historia del libro así: La naranja mecánica trata sobre la vida de Alex, un adolescente inmerso en una subcultura de ultra-violencia; envalentonados por drogas, grupos de jóvenes, como el que lidera Alex, van por las calles buscando donde ubicar su violencia: violan mujeres, golpean vagabundos, entran a casas de extraños para violentarlos, lo que salga primero. Alex Delarge está totalmente inmerso en aquella subcultura ultra-violenta y se configura como un adolescente brutal, violador, criminal y asesino, incluso desde su propia voz podemos ver la arraigada violencia del personaje. 

Luego Alex es llevado a la cárcel por asesinato y después de un tiempo le proponen salir solo si acepta ser parte de un tratamiento que evitará que actúe "mal"; el tratamiento evitará la "maldad" en el adolescente, evitando que su personalidad violenta se refleje en sus acciones. Acá se construye el nudo principal de la historia al tiempo que se muestra la preocupación intelectual de la obra; un joven supuestamente malvado por naturaleza es obligado a actuar bien artificialmente; moralmente hablando: ¿Es mejor quien elige actuar mal o quien es forzado a actuar bien?. 

Hasta acá, afuera de la novela, todo en orden, nada de polémicas. La cuestión espinosa de la relación del autor con su novela nace con el editor de Nueva York que acepta publicar a un Anthony Burgess necesitado, pero le menciona que solo lo hará si quitan el último capitulo del libro. ¿Qué contiene ese capitulo? Vamos a ver. 

Después de someterse al tratamiento, Alex sale de la cárcel, y descubre que además de ser incapaz de recurrir a las prácticas violentas que frecuentaba, es incapaz siquiera de pensarlas, o de ver situaciones violentas sin sentirse fisicamente enfermo, es también incapaz de defenderse, de contrariar al otro y hasta de pensar en sexo y escuchar la música clásica que antes disfrutaba. Todo lo que Alex consideraba como propio le ha sido arrebatado a la fuerza, pero con él siendo plenamente consciente de estar actuando por la interferencia del tratamiento, y no por una elección, o al menos la ilusión de elección. 
Después de que estas circunstancias hagan que el lector sienta simpatía por un arquetipo de joven que se nos presentaba al inicio despreciable, deviene el final de la novela en los últimos dos capítulos; en el capitulo 20, después del sufrimiento causado por el tratamiento, Alex descubre que al curarlo de un accidente provocado del que fue víctima, también han logrado eliminar los efectos del tratamiento; Alex puede volver a pensar en violencia, podía volver a provocarla, podía escuchar de nuevo a Beethoven; en palabras del mismo Alex: Estaba curado.

Hasta acá la edición estadounidense y la adaptación cinematográfica que hizo Kubrick: hasta acá sin el capitulo 21. De nuevo, se nota, y hasta se dicta en apartes del libro el problema central; incluso Burgess lo reconoce: ¿Es mejor que alguien elija "hacer el mal" antes que obligarlo a actuar bien?. Este es el tema; el lector se descubre alegre de que Alex esté "curado", incluso cuando esto significa que puede actuar mal; quizás esto fue lo que vio el editor estadounidense, o el mismo Kubrick, cuando deciden que la historia debe acabar así, con Alex en el medio, recobrando su capacidad de actuar mal y recuperando la supuesta maldad que le es innata. 

Burgess dibuja una distopía en la que el Estado se ha decidido a mejorar al individuo, que toma una serie de acciones como inherentemente malvadas, y busca prohibirlas no en el ámbito público, sino incluso en la mayor esfera privada: la personalidad individual. Sería muy fácil pintar la cuestión de si se debe permitir la elección individual desde un individuo que actúa siempre "bien"; por eso Burgess utiliza a un criminal; su intención era convencer al público que incluso al despreciable Alex no debería imponérsele un tratamiento que le impida tener una personalidad. Al final del capitulo 20 esto queda totalmente en pie. 

Pero Burgess tenía más que decir, y más que contar: En el capitulo 21 Alex descubre que la emoción de la ultra-violencia ya no va más en él, ha cambiado, tiene pensamientos que antes no tenía, y desde su propio uso de razón decide que debe actuar diferente; como alguien que cumple 21 años, Alex ha madurado, y lo descubre él mismo; abandona la violencia gracias a la introspección. Esta es la historia que pretendía contar Burgess: todos los individuos pueden ser redimidos por el uso de su propia personalidad, por su propia elección; no es necesario el Estado para hacer que "pensemos bien"; como humanos, como individuos, podemos redimirnos, cambiar, adaptarnos a privilegiar la creación en vez de la destrucción. 

La naranja mecánica habla acerca de la naturaleza mecanizada; el nombre viene de un dicho ingles que traduce "más raro que una naranja mecánica" y en el libro toma una nueva simbología; se busca maquinizar lo natural; se quiere hacer una naranja artificial, pero el resultado es lo más extraño, no es una naranja, sino maquina. Este es el mensaje de Burgess: no se puede hacer mecánico lo que es natural. Lo natural, para la naranja mecánica con capitulo 21, es que el individuo escoja actuar bajo ciertos parámetros que luego calificamos como buenos; lo que debería ser naranja, será naranja, sin la ayuda de mecánicas que quieran apuntar hacia allá y terminan destrozando al individuo... y a la naranja. 

Por eso Burgess, en una introducción en 1986 muestra su desacuerdo con la exclusión del capitulo 21; Burgess dice en esta introducción que el rechazo que su editor estadounidense dio al capitulo final se debió a la consideración del editor de que el público de Estados Unidos, a diferencia del inglés, sí soportaría la violencia del libro; Burgess dice que el editor pensó que el capitulo 21 era para suavizar la violencia contenida y que no era necesario para el público americano, que soportaría la crudeza de finalizar el libro sin la calma final de Alex; dejándolo como el joven violento que siempre fue; no era necesario cambiarlo, podía mantenerse violento.

El mismo Burgess desprecia de su libro, dice en el mismo prólogo, que tenga una sensación de enseñanza moral o moraleja, y también considera la posibilidad de que un lector considere mejor la obra sin ese capitulo 21; pero que en cualquier caso es importante para lo que él quería decir, por eso rechaza la visión del editor, aunque Burgess no aclara directamente si aquella razón para dejar afuera el capitulo 21 de la edición fue dicha directamente por el editor a Burgess, incluso aunque fuera así, la obra se escapó del autor, y del editor, y de Kubrick. 

El capitulo 21 muestra que Alex escoge ser bueno. ¿Pero eso importa? ¿si Alex continuara su vida en violencia el resto del libro se verá anulado? ¿Hubiera sido mejor que Alex no se curara?; la narración hasta el capitulo 20 permite la siguiente situación hipotética: Tome a alguien que no tenga ni idea de la existencia de la obra; proponga la cuestión:

—Imagina que tuviéramos una forma de lograr que los criminales se vean imposibilitados para cometer un crimen. ¿Deberíamos realizarla, siendo que si no lo hacemos, muchos criminales seguirán cometiendo crímenes?

Podríamos imaginar que muchos dirían que sí a la cuestión, y si el alguien con el que hablamos hace parte de ese grupo, estamos ante una oportunidad única. Tendremos la posibilidad de ponerlo a dudar de su respuesta afirmativa con la narración de la naranja mecánica, o con la película de Kubrick; es decir: a través de la historia de un criminal joven, totalmente dedicado a la violencia, y que solo se detiene cuando es obligado, podemos hacer que cuando termine la película, o haya leído hasta el capitulo 20 diga:

—Bueno, sí, tal vez no sea tan buena idea forzar a los criminales a actuar bien. 

En el capitulo 20 el lector se ve aliviado porque Alex "está curado"; por lo menos tendrá sentimientos encontrados: bueno, se ha curado, ¿ahora? Y acá entra la imaginación. ¿Es Alex realmente malvado? Nada nos índica que va a cambiar realmente; pero seguimos queriendo que esté curado. Y va más allá de la reversión del villano, trabajada después en obras como la saga de Ripley de Patricia Highsmith, la de Hannibal de Thomas Harrys o la serie televisiva Dexter; no apoyamos al villano únicamente por la emoción narrativa y de continuidad del relato; estamos, al menos al momento de ver la película, de acuerdo en que actúe bajo su propia elección y personalidad; quienes lo han forzado a actuar bien han hecho mal. Esta perspectiva intelectual es perfectamente mostrada en la nóvela; la historia de Alex Delarge nos hace revisar la balanza moral: "¿Es mejor ser malvado por elección que bueno por obligación?" Quizás la opinión final de todo lector no cambie, pero, al menos, podría reconocer que hay argumentos para decir que es mejor, moralmente hablando, la maldad elegida, hay argumentos para decir que moralmente es peor destrozar la individualidad de una persona, que el solo hecho de actuar inmoralmente de la misma persona. Eso es logro de Burgess y su narana mecanica; mostrar la inmoralidad de una fuerza externa que quiera manejar violentamente al individuo, imponérsele, negarlo y reducirlo por el supuesto bien común. 

Queda la cuestión del capitulo 21, la moraleja acerca de la bondad humana; Alex rechaza la violencia por su propia personalidad, no por el efecto de un tratamiento, no por la intromisión del Estado en su pensar; la personalidad de Alex, estando en su total esplendor, ha mutado hacia el bien. Este hecho puede tener varias lecturas; por un lado una declaración acerca de la bondad humana, de la bondad del individuo; y por otra, si Alex no hubiera abandonado el tratamiento, no habría podido cambiar, no realmente; solo se puede cambiar por elección, nunca ocurrirá por obligación. 

Eliminar el capitulo 21 nunca negará el centro intelectual de la nóvela hasta el capitulo 20, pero es válida la visión de que podría confundirse la preocupación intelectual que mueve la obra: si la cuestión se centra en si Alex al final actúa bien o mal, podría decirse también que solo deberíamos aceptar que se obligue al individuo si sabemos que este va a seguir actuando mal de lo contrario. Imaginemos que Alex no se redime, que el capitulo 21 es una historia de como siguió delinquiendo hasta volver a la cárcel; no querría decir, de ningún modo, que el tratamiento estaba justificado; que estuvo bien eliminar la personalidad y la individualidad de Alex para el bien común; el mensaje no cambia: no puede mecanizarse el individuo y que este continúe existiendo; la existencia de la intromisión estatal en la personalidad, incluso en la de un criminal sin remedio, no es de aplaudir. Tal vez esto temieron el editor y Kubrick, quien llamó al capitulo 21: "un capitulo extra", y por eso fue eliminado. Y tal vez Burgess pensó que sin esa redención no se hablaba de la potencialidad del individuo, de la importancia de permitir la individualidad y la personalidad, incluso cuando creemos que se restringe por el bien común. 

¿Quién tenía la razón? En mi opinión, ninguno; con el capitulo 21 no se elimina el mensaje anterior a este, no elimina el mensaje ni le quita potencia al discurso y al argumento moral, y sin el capitulo 21 no se deja de privilegiar al individuo frente a la intromisión externa en pro de un supuesto bien común. Tal vez haya quienes piensen, como Kubrick, que el capitulo que sobra debería dejarse afuera y privilegien la decisión del editor en este sentido, a veces me inclino más hacia esta opinión; pero es también valida la posición contraria, que prefieran mantener la integridad de la obra, y cuestionen al editor estadounidense y a Kubrick por dejarla afuera de la edición y adaptación respectivamente. En cualquier caso, en cualquier versión, la naranja mecánica es una historia potente, cargada de sentido, es también una aventura lingüística para el lector, y una visual igualmente potente para el espectador, que habla acerca del individuo, en una época después de las guerras mundiales donde se le había negado totalmente, y tiene valor especial al hacerlo desde la posición de un criminal que todos reconoceríamos como inmoral. La novela es brutal y una lectura obligada para los defensores del individuo, con o sin capitulo 21; aunque ya que suele salir en todas las ediciones, mejor leerlo, que no se pierde nada tampoco. 



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