En la ficción hay diferentes formas de entender los conceptos de "héroe" y "villano"; según una de estas, por ejemplo, héroe es el protagonista de una ficción, nada más; no importan sus características o acciones. Héroe sería, bajo esta definición, sinónimo de protagonista, mientras que villano sería sinónimo de antagonista.
Pero hay otras formas de entenderlo; bajo el concepto utilizado más comúnmente, incluso fuera de la ficción, las acciones heroicas son aquellas que requieren gran valentía y que ayudan a un tercero; héroe sería aquel que tiene una gran valentía y que utiliza sus capacidades para salvar o ayudar a otros en vez de a sí mismo.
La primera definición, la de protagonista, fue la primera que se trabajó en el análisis de la ficción; Aristoteles, por ejemplo, distinguía al héroe trágico; al protagonista de la tragedia y su alcance y mayor representación; en cuanto a otras artes poéticas, Aristoteles menciona el "carácter" que llenaba las exigencias de la epopeya.
En términos prácticos, los conceptos posteriores de "héroe", aquellos que se alejan de ser sinónimos de "protagonista", se basan en la concepción del héroe de la épica clásica; la épica era un género que exaltaba a un pueblo, y le servía como literatura fundacional; La Ilíada, por ejemplo, es la épica fundacional donde se exalta al pueblo griego a través de la narración poética de la guerra de Troya; el personaje principal de la épica, entonces, se convierte en el representante máximo de los valores del pueblo griego; aquel personaje perfecto para representar los valores del pueblo, y que se irradian hacia este.
Esta última definición es la que nos marca otra definición de héroe, como arquetipo determinado, sin importar si es protagonista o no de la ficción donde se representa; héroe, desde este punto, es el representante moral, el campeón, de una ética o moral predeterminada, normalmente externa a este y relacionada con un grupo moral; la literatura filosófica, si se permite la etiqueta, es uno de los campos donde este tipo de héroe se dibuja con más claridad; John Galt se convierte en el héroe de la moral objetivista en La rebelión de Atlas de Ayn Rand. No es, sin embargo, el único campo donde se encuentran; Sherlock Holmes, por ejemplo, es el héroe del racionalismo puro puesto en un contexto criminalistico; todas sus acciones van dirigidas a convertirse en el campeón del racionalismo probándolo a través de la resolución de crímenes imposibles. Desde la épica, a través de la novela de caballería, y llegando a la literatura de género, este tipo de héroe moral sigue apareciendo en la ficción. Bajo esta definición del concepto se hace esta lista.
Héroe
El héroe, entonces, es un individuo con una moral inquebrantable, esta moral, además, es reconocible como externa al personaje; puede ser compuesta por los valores americanos, el racionalismo, el objetivismo, la ley o cualquier tipo de valores morales que puedan ser externalizados del personaje; la moral, para el héroe, por lo general, no proviene de su interior, sino del exterior, y el responde a esta moral, como algo más grande que él mismo. Suelen tener, entonces, códigos de honor que les son ajenos, un héroe no actúa solo bajo su propio deseo y anhelo, sino en concordancia con el código moral que él mismo reconoce, en parte, como externo.
El héroe suele enfrentar enemigos y situaciones que ponen en peligro la moral o el pueblo del que toma sus valores; Sherlock Holmes, resolviendo el caso en El sabueso de los baskerville, impide que se compruebe la existencia de lo sobrenatural; el Capitán América combate contra los neo-nazis de Hydra; Harry Potter contra los que usan la magia para el mal; Luke Skywalker contra el lado oscuro de la fuerza. El enfrentamiento del héroe suele ser un enfrentamiento de moralidades, en las que, en la historia más simple (no por esto peor), se ve al villano como negativo totalmente, el espejo malvado del héroe. Al final, la historia del héroe muestra que su moral le da la fuerza; de nada nos sirve, en la historia centrada en un héroe, que este pierda su moralidad para derrotar al enemigo, la historia que mantiene al héroe como tal es en la que su su estatus como representante máximo de una moral externa, le hace confrontar al peligro; al final, el héroe triunfa, no necesariamente en términos físicos, o no solamente así, sino por demostrar que su moral es superior, su moral triunfa, incluso si el héroe es derrotado.
Hasta acá todo más o menos claro, el problema surge con la modernidad, el ascenso del individualismo significó mucho para la ficción y el arte; pensar en moralidad individual antes era casi una contradicción, la moralidad siempre era externa, en el sentido platónico, no se creaba o se elegía, se descubría. El pensamiento moderno puso en conflicto a los conceptos de ética, moral y valores; la historia del héroe en la ficción también cambió; su moral no es absoluta, se ve en constante equilibrio, se contradice con esta misma; el héroe jura no matar, pero dejar vivo a un villano puede causar más muertes. ¿Qué debería hacer? El héroe cuestiona y adapta su propia moralidad. A veces, su propia moralidad se enfrenta a la sociedad, ya se ha vuelto cliché la historia del super-héroe perseguido por la ley, por ejemplo. En algunas historias la ley no basta al héroe, lo detiene, y debe actuar afuera de esta para cumplir su propósito heroico. El concepto de héroe, desde la modernidad, ha sido puesto en duda, los héroes de la ficción, en consecuencia, han dejado de ser perfectos, y se han acercado a veces, en otras entregado absolutamente, al concepto de antihéroe.
Si el héroe contemporáneo no es perfecto, y su moralidad, por ende, tampoco lo es, ¿Cómo diferenciarlo del antihéroe? La respuesta está en la pretensión de su moralidad; puede ser difícil de encontrar en algunos casos, pero básicamente el héroe tiene la pretensión de cumplir una moralidad, su moral es tal porque es la mejor para la sociedad; tomemos a Batman, mantiene como código no matar a sus enemigos, no por el peligro que le causaría, no por creer que en toda circunstancia específica sea la mejor opción, sino por considerar que es mejor para la sociedad, sea por el símbolo que crea en esta, o por el peligro de que él mismo no pueda regresar de esa muerte. El código importa, no por ser propio, o por la coherencia interna, sino por la sociedad. Los motivos del héroe buscarán siempre lo mejor para otros, para la sociedad, para la humanidad, y buscan mantenerse en esa opción. El héroe siempre busca mantenerse como salvador de la sociedad, como su protector, y el código moral que toma, aunque no pretenda ser perfecto, o "el mejor posible", lo escoge porque es el que, en la visión del héroe, es el mejor para la sociedad; el héroe moderno escoge su código moral, escoge ser el representante moral de una parte de la sociedad; escoge ser héroe, y esto, en la ficción contemporánea, le acarrea dificultades propias. Esto crea una paradoja: ¿Cambiaría el héroe su código moral por el bien de la sociedad? Esa pregunta suele rondar varias historias de los héroes contemporáneos, en especial aquellos que ahondan en su propio rol, reflejan en sus historias la dificultad del héroe, de su elección moral y en una introspección a la ficción, como la sociedad parece dejar de necesitarlos, o preferir otro tipo de acciones para detener los posibles males. La historia moderna que tiene a este tipo de héroe ha dado nacimiento y surgimiento al antihéroe, que a veces se muestra como más necesario o de mayor beneficio que el propio héroe.
Antihéroe
La definición más amplia de "Antihéroe" es la de un protagonista que no tiene todos los rasgos clásicos del héroe; de esta forma cuando una ficción tiene como protagonista a un criminal, por ejemplo, quedaría en esta categoría; también fue usado para describir al protagonista de la literatura picaresca, a los personajes que parodiaban a los héroes, como el Quijote. De nuevo, hay definiciones distintas de este tipo de personaje; alejándose de la necesidad de que sea protagonista, hay también una forma de definir al antihéroe desde una perspectiva basada en su moral; el antihéroe puede realizar actos beneficiosos para la sociedad, o para un tercero, pero su moral es profundamente individual, es decir, no representa a ninguna moral externa, o comunitaria; sus valores o principios no están basados en la ayuda a la sociedad, sino en una perspectiva individual, que, por lo general, difieren con lo que el lector entendería como moralidad.
El antihéroe puede enfrentarse a un villano que la ficción ubica como perjudicial para la sociedad, pero, en general, no lo hace para salvar a las víctimas posibles del villano o para salvar a la sociedad como conjunto, sino por motivos personales o morales; personales como pueden ser una venganza, por dinero o por poder; o morales, como sería el caso de un vigilante antihéroe.
En otras épocas la distinción entre héroe y antihéroe era mucho más clara; hoy en día, sin embargo, las líneas que lo dividen se difuminan cuando la ficción moderna pone en cuestión la moralidad y la efectividad del héroe y resalta los beneficios posibles de la del antihéroe; en películas como la trilogía de The Dark Knight de Batman se explora el concepto de "héroe", y se describe como la moralidad de una sociedad puede ir en contravía de lo que es necesario para "salvarla"; los detectives privados también suelen danzar entre la línea que separa héroe de antihéroe; Philip Marlowe o Samuel Spade, de Chandler y Hammet respectivamente son ilustrativos de la situación; Marlowe se acerca más al héroe, por su moralidad inquebrantable, sin embargo, es una moralidad que lo suele enfrentar a la ley y a la sociedad y suele actuar solo cuando es contratado para el caso, lo que también hace que sea categorizado como antihéroe. Spade, más tosco y con más acciones calificables como inmorales, estaría más cercano de la representación arquetípica del antihéroe, pero Spade también se salta su labor como detective en busca de justicia y verdad por sobre sus intereses personales, lo que podría llevarlo a la categoría de héroe. La narrativa contemporánea, en general, parece haber comprendido que el antihéroe parece ser el único héroe posible de la sociedad urbana y, a través de la ficción, ha puesto en duda el concepto de héroe una y otra vez generando antihéroes memorables.
En otras épocas la distinción entre héroe y antihéroe era mucho más clara; hoy en día, sin embargo, las líneas que lo dividen se difuminan cuando la ficción moderna pone en cuestión la moralidad y la efectividad del héroe y resalta los beneficios posibles de la del antihéroe; en películas como la trilogía de The Dark Knight de Batman se explora el concepto de "héroe", y se describe como la moralidad de una sociedad puede ir en contravía de lo que es necesario para "salvarla"; los detectives privados también suelen danzar entre la línea que separa héroe de antihéroe; Philip Marlowe o Samuel Spade, de Chandler y Hammet respectivamente son ilustrativos de la situación; Marlowe se acerca más al héroe, por su moralidad inquebrantable, sin embargo, es una moralidad que lo suele enfrentar a la ley y a la sociedad y suele actuar solo cuando es contratado para el caso, lo que también hace que sea categorizado como antihéroe. Spade, más tosco y con más acciones calificables como inmorales, estaría más cercano de la representación arquetípica del antihéroe, pero Spade también se salta su labor como detective en busca de justicia y verdad por sobre sus intereses personales, lo que podría llevarlo a la categoría de héroe. La narrativa contemporánea, en general, parece haber comprendido que el antihéroe parece ser el único héroe posible de la sociedad urbana y, a través de la ficción, ha puesto en duda el concepto de héroe una y otra vez generando antihéroes memorables.
Villano
Finalmente, el villano; en su definición más sencilla, es aquel que se opone al héroe o a la sociedad directamente; si el antihéroe se preocupa por si mismo, el villano buscaría la destrucción de la sociedad. Pero el villano, y su moralidad, también tiene exploraciones amplias, especialmente e la actualidad; suele ponerse al villano como con una moralidad opuesta a la de un posible héroe, pero moralidad al fin, los villanos más contemporáneos suelen mostrarse como personajes con la intención de mejorar de algún modo la sociedad, aunque sus medios sean destructivos; esto ha llevado a que se haga cada vez más popular la etiqueta "Anti-villano"; un villano que, por medio de acciones calificables como destructivas o inmorales, busca llegar a un bien general. El villano, en general, parece alejarse cada vez más del arquetipo de "malvado porque sí" o de un personaje que busca la destrucción por la destrucción o para un bien egoísta; controlar el mundo, ganar dinero o causar caos para su disfrute personal; y se acerca más a ubicarlo en posiciones que representan una moralidad opuesta a la de un posible héroe, pero moralidad en fin.
A través de la ficción moderna, las guerras y los totalitarismos han sido fuente de villanos ficcionales o ficcionalizados; los nazis, por ejemplo, suelen ser un buen modelo de villano, y esto nos pone en una situación que ficciones más contemporáneas han intentado explorar también; el villano es, en términos morales, el héroe de su propia moralidad, incluso cuando el lector puede reconocer su moralidad como errónea. De esta forma podríamos dividir a los villanos en dos grupos; los que buscan una ganancia únicamente personal, los egoístas; y los que podríamos calificar como con moralidad opuesta a la sociedad o al héroe, los morales.
Los villanos egoístas, que buscan beneficio personal incluso si esto causa destrucción en la sociedad, se preocupan solo por si mismos, y se pensaría que son, por tanto, los más alejados del héroe, sin embargo, en ficciones serializadas es común que un villano de este tipo mute a convertirse en antihéroe; en los cómics ya se ven equipos de super-villanos, como el Suicide Squad o los Thunderbolts, que terminan luchando del lado de la sociedad; el villano clásico, como el héroe, se ha acercado al concepto de antihéroe; la línea entre el bien y el mal, se ha puesto en duda, y el villano también ha visto un cambio que lo acerca al antihéroe individualista; la diferencia suele darse en la amoralidad frente a los otros del villano, mientras que el antihéroe, como ya se dijo, suele tener su propio código moral.
Por otro lado el villano moral también puede plantearse y verse desde una perspectiva casi "heroica"; el villano que utiliza sus medios para buscar lo que cree es un bien social, en búsqueda tanto de verosimilitud y de complejidad, este villano se ha ido explorando cada vez más; en algunos casos, incluso, directamente justificándolo, o mostrando su perspectiva propia; Ozzymandias, de Watchmen, por ejemplo, busca el fin más loable posible, evitar la destrucción nuclear del mundo, pero lo hace a través del sacrificio de personas para lograr su fin. Él también, a su modo, podría considerarsele un antihéroe, que sacrifica la moralidad general o social en la búsqueda de un fin social, sin embargo, este tipo de villanos utiliza los medios más viles por la idealización de los fines; el fin es tan bueno en sus mentes, que cualquier medio lo vale.
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La moralidad es el punto donde la historia de héroes, villanos y antihéroes se unen y se enfrentan; el héroe que se convierte en villano por la idealización del fin o el villano que se convierte en héroe en búsqueda de redención o protección personal; el héroe y el villano se han desdibujado, y en el caos de su propia moralidad, el antihéroe ha surgido; el antihéroe perfecto es aquel que no idealiza sus fines; lo más importante no es salvar al mundo, o al país, lo más importante para la forma más brillante del antihéroe son sus principios morales, que impiden que destroce a la sociedad en búsqueda de fines egoístas, y que la destroce en búsqueda de fines sociales; el antihéroe, oculto entre la sociedad, es el héroe, en la época después de las guerras mundiales, donde la moralidad del bien común mutó en totalitarismos desastrosos como el comunismo soviético.
Recomendados:
- La trilogía de películas The Dark Knight ponen de personaje principal a Batman, y son autoconcientes del papel oscilante de héroes y villanos, y de su idealización.
- Watchmen, nóvela gráfica de Alan Moore, y su adaptación cinematográfica también exploran las delgadas líneas entre héroes, antihéroes y villanos, especialmente cuando la sociedad se pone directamente en contra de los primeros. Los tiempos cambian, y con ellos, la percepción de lo que debería ser un héroe.
- Fight Club o El club de la pelea, muestra también el enfrentamiento entre perspectivas individuales antiheroicas, y como un fin de supuesto bien común pueden llevar al nacimiento de un villano.
- La serie de cómics Sandman de Neil Gaiman explora también a personajes comúnmente vistos como villanos explorando su lado más moral o "anti-heroico", como pasa con el personaje de Lucifer, que tiene su propia serie de cómics por Mike Carey en el que se muestra a Lucifer como un antihéroe, o incluso, como el héroe del libre albedrío.